CURAR
El NIÑO INTERIOR
“Los
niños que no son amados por lo que son, no sabe amarse a sí mismos. De adultos
tienen que aprender a cuidar de su niño perdido. (Marion Woodman)
Los
niños necesitan seguridad y amor, junto con buenos modelos emocionales para
entender sus propias señales internas. Saber que son amados y aceptados por lo
que son, unos niños, no solamente por si lo que hacen lo hacen bien, si son
obedientes o no. De pequeños aprendemos como es el mundo y como son las personas, a
través de los ojos de nuestros padres y adultos que nos rodean. En este
aprendizaje influyen muchas cosas: lo que nos dicen, como nos lo dicen, el tono
de voz, la mirada, si hay congruencia entre lo que dicen y como nos lo dicen,
esto es, una palabra cariñosa con un tono de voz cariñoso. No es congruente decir algo muy agradable o
cariñoso cuando todo mi cuerpo demuestra enfado, en los gestos en la mirada,
entonces enviamos un mensaje doble y la
criatura no sabrá cual es el mensaje válido y adecuado para su desarrollo persona
A
través de los estímulos, percepciones y mensajes recibidos, verbales y no
verbales, configuramos inconsicentemente un sistema de creencias y estas
creencias refuerzan nuestro Marco de Referencia y el Guión de Vida. Aprendemos que sentimientos, pensamientos o conductas son
“adecuadas o buenas” para sentirnos bien y cuidados con el mundo que nos rodea
(vivir condicionalmente) y que
es lo que no es “adecuado” y lo enterramos en lo más profundo de nuestro ser,
lo repudiamos, lo convertimos en nuestra “sombra”.
Llamamos
sombra a la suma de todas las facetas de la realidad que el individuo no
reconoce en sí, y que descarta como propias.
La
sombra nos angustia, nos hace sentirnos enfadados o tristes con nosotros
mismos. La sombra reprimida y encerrada
altera nuestro equilibrio emocional, a su vez, estas emociones que no
queremos sentir alteran el equilibrio
fisiológico de nuestro cuerpo.
Podemos
sentirnos deprimidos, estresados, aparecen
síntomas que si no los escuchamos se convierten en enfermedad.
El síntoma es una parte de sombra que se
manifiesta en la materia, que valiéndose del cuerpo, reintegra la plenitud al
ser humano “integra los dos polos de la persona: lo que reconocemos cono nosotros
y lo que no queremos reconocer”El síntoma indica lo que nos falta.