Estamos acostumbrados a pensar de forma dualista: bueno/malo; feo/bonito. Esto provoca un efecto de ir de un extremo al otro en el pensamiento, los sentimientos y el actuar.
Si aprendemos a tener una perspectiva no dualista, esto es: una dimensión física y otra espiritual podemos tener un abanico más amplio de opciones. Ya que el individuo es manifestacion física de lo espiritual, ya no hemos de elegir entre lo dual, sino que en un momento estamos viviendo en una dimensión y en otro momento en otra. Y ambas son válidas.
Si nos limitamos a la dualidad y lo aplicamos a la conciencia individual, pensamos y sentimos que somos buenos o malos, que nos merecemos pertenecer a nuestra familia o a ser repudiados. Esto nos provoca malestar y para no ser objeto de repudio o descuento por los demás tomamos decisiones o reaccionamos de unas determinadas formas, muchas veces muy a nuestro pesar, o de forma no adecuada para nosotros. Pero con la buena conciencia de haber hecho lo correcto.
Si vemos que del blanco al negro hay muchos tonos de grises (ejemplo) y reflexionamos sobre nuestros valores, lo que es importante, adecuado y básico para nosotros, obtenemos el permiso para pensar, sentir y hacer, como pensamos, sentimos y hacer lo que en coherencia nos dicta nuestro interior. Ya no entramos a ser como creemos que los demás esperan que seamos.
SIENDO COHERENTES CON NOSOTROS MISMOS.
