Páginas

martes, 23 de febrero de 2016

SI QUIERES UN FUTURO DIFERENTE CAMBIA TU PRESENTE



Según expresión de Buda:” Somos lo que hemos sido; y nos convertimos en lo que somos”
Reflexión: si tomamos conciencia de nuestro momento, debemos tener en cuenta como ha sido nuestra vida, nuestra forma de ver las cosas y de comportarnos en el pasado y si queremos potenciar un cambio, pondremos energía en vivir de otra forma nuestro día a día. Darnos cuenta de cómo reaccionamos ante la vida, lo que pensamos, lo que sentimos, etc. Es muy importante tomar conciencia de cómo nos hablamos interiormente, como utilizamos las palabras, si lo que pensamos y sentimos de nosotros mismos nos potencia o bien nos debilita, por ejemplo, ante una equivocación o un despiste, ¿Cómo reacciono? ¿Me digo cosas como –que tonta, soy un desastre… o bien  “bueno la próxima vez estaré más atenta, lo tendré en cuenta…” ?– la forma de pensar y hablar, el lenguaje que utilizamos es básico para darnos cuenta de cómo funciona nuestra mente, y si nos ayuda o no.
El lenguaje viene influido por diferentes aspectos: como hablaban los padres y adultos cuando éramos pequeños, los mensajes recibidos, tanto del ámbito familiar como social. La sociedad, la publicidad influye más de lo que pensamos, y los adultos debemos tener esto en cuenta de cara a los pequeños, los futuros adultos.
Otro aspecto importante es lo que nos exigimos a nosotros mismos, si somos comprensivos con nosotros y los demás o bien nos autoexigimos más de lo debido. Una pista importante es tomar conciencia si utilizamos palabras tales como: “debería, querría, me gustaría,… en lugar de “me gusta, quiero, hago” –esto es más resolutivo e indica intención y voluntad- “tengo que, (podemos cambiar por “voy a…” )  Si nos damos cuenta que utilizamos mucho el “Tengo que esforzarme más” puede ser una pista de que ponemos más energía en el esfuerzo que en la energía necesaria para conseguir nuestra meta.  
También podemos preguntarnos ¿Quién de nuestros progenitores o adultos utilizaba ese lenguaje?  Y darnos el permiso de utilizar nuestra propia forma de hablar, pensar, sentir y actuar, sin sentir culpa por no pensar, hablar, sentir o hacer lo que vimos, escuchamos o nos dijeron que teníamos que hacer.