Cuando algo ocurre a nuestro cuerpo decimos, me
duele la cabeza, el estómago, etc. y pensamos en términos de una parte de
nuestro organismo. Acudimos al médico en busca de la receta mágica que nos cure
o nos alivie. Esta visión es muy parcializada,
como si estuviéramos compuestos de partes que no se influyen unas a
otras, cuando en realidad el lo contrario, al no escuchar nuestro interior
también negamos la complejidad de energías que se mueven dentro de nuestro ser,
energías que fluyen y se intercomunican para beneficio o perjuicio de nuestro
organismo.
Es importante e imprescindible escuchar lo que el
síntoma o alteración de un órgano nos está diciendo de nuestra forma de vida,
de pensar o sentir. Si nos cerramos y no prestamos atención el malestar cada
vez se hará mayor.
Las alteraciones del cuerpo pueden ser el
resultado de no escuchar nuestro interior y desentendernos de toda
responsabilidad de cómo llevamos la vida, de nuestros sentires, etc. no existe
una línea divisoria entre lo que nos pasa por la mente (pensamientos,
sentimientos, preocupaciones…)
Cuando estamos estresados o ansiosos podemos
tener alteraciones digestivas, sentir
nuestras energías bajas, perder el apetito o comer en exceso, dolor de espalda,
sentir la nuca pesada… cuando nos sentimos felices y positivos, aumenta nuestra
energía y vitalidad.